domingo, 24 de septiembre de 2017

Paz en Venezuela

Buenas noches apreciados amigos y hermanos en Cristo Jesús.

Que la Paz de Cristo Jesús que sobrepasa todo entendimiento esté con Ustedes y todos sus seres amados.

Hoy hablar de  Paz en Venezuela,  implica  fortalecer la democracia para que sea creible los valores y principios de los derechos humanos.

Desde la Defensoría Internacional de los Derechos Humanos y la Organización Mundial por la Paz en Venezuela hemos activado una Cultura de Paz y Reconciliación Nacional  en defensa de la democracia, acompañando a todos los ciudadanos en el ejercicio de la libertad de manifestación pacífica y asociación, como derechos en sí mismos y medios legítimos para participar pacíficamente en la restitución del orden constitucional democrático, el cual fue quebrantado por la imposición de un estado de excepción desde enero del año 2016, la suspensión indefinida de elecciones, la anulación de las competencias del parlamento, el recrudecimiento del hostigamiento y la persecución contra toda disidencia, y la negativa a permitir asistencia humanitaria internacional ante las extremas condiciones generales de pobreza, hambre y desatención a la salud que enfrenta la mayoría de la población venezolana. Al tomar este camino, el gobierno decidió dar un golpe definitivo a la democracia y una Oposición que desconocio los Signos de los tiempo e invisibilizó los intereses de un Pueblo despolarizado que  busca una salida sensata y prudente frente a la grave crisis Humanitaria y de Valores. La despolarización es el único camino para construir la Paz y fortalecer un sistema Democrático creíble y confiable.

La democracia garantiza no ser subyugados por el uso ilegítimo de los poderes del Estado ni ser sometidos a la violencia que acompaña su perpetuación.

La democracia está protegida internacionalmente como base del estado de derecho y de la organización del Estado. Son sus normas esenciales el ejercicio democrático del poder político, el respeto a las libertades cívicas y el pleno vigor de una institucionalidad democrática. Aun surgidos de elecciones, los gobiernos pueden quebrantar estas normas cuando se usan los poderes del Estado para imponer sus ideas como la única verdad y torcerla en función de los intereses que se esconden detrás de estas ideas, cuando se convierte a las personas en instrumentos de los intereses de quienes usufructúan el Estado, sometiendo a su autorización el ejercicio de libertades, y cuando las diferencias o los conflictos son tomados como amenazas a la voluntad estatal, que deben ser censurados, neutralizados o escarmentados para que no quede duda de quién ejerce la autoridad. Cuando estas conductas se mantienen a toda costa, a cada abuso siguen controles y a cada control otros abusos, hasta desfigurar al Estado como un medio de dominación.

La democracia y los derechos humanos son interdependientes y, por consiguiente, la defensa de los derechos humanos es también la defensa de la democracia.

Los derechos humanos no son concedidos ni otorgados por la sociedad o el Estado, tampoco creados por leyes, decisiones o acuerdos. Basta su afirmación y ejercicio para hacerlos valer ante Estados y sociedades, debiendo ser reconocidos y cumplidos en toda circunstancia. La democracia es condición indispensable del efectivo goce de todos los derechos humanos (civiles, políticos, económicos, sociales y culturales), en tanto todos son en esencia libertades y al mismo tiempo garantías de que todos los poderes del Estado y ninguna clase de poder podrá ser empleado para cometer abusos en contra de la vida y la dignidad humana. A su vez, la democracia está inscrita en cada derecho humano, puesto que su ejercicio y exigibilidad depende de la participación plena de todas las personas en los aspectos que puedan favorecerlos o afectarlos. En los sistemas no democráticos están dadas las condiciones para que peligre la vigencia de los derechos humanos y se cometan sus más graves y atroces violaciones.

La defensa de los derechos humanos y de la democracia es un derecho y deber de todas las personas. La manifestación pacífica es un medio de participación legítimo cuando se pierde la democracia.

El respeto y la protección de la democracia y los derechos humanos incumben tanto a cada persona como al conjunto de la sociedad. Los Estados son los máximos garantes de la democracia pero cuando ésta se pierde corresponde a los ciudadanos su defensa y restablecimiento en el plano local, nacional e internacional, así como es deber de la comunidad internacional utilizar todos los medios pacíficos posibles para apoyar a los ciudadanos a medida que aumenten los riesgos para ellos. En estas circunstancias, la manifestación pacífica no solamente es una libertad legítima que puede ejercer toda persona para expresar descontento o exigir justicia frente a violaciones de otros derechos. Representa el medio pacífico y democrático de participación ciudadana, quizá el que queda, cuando no existe democracia.  Resalto que la protesta en este contexto debe ser entendida como parte del derecho de defender la democracia.

Les invito a que seamos constructores de Paz que implica fortalecer una cultura de Paz en busqueda de la Justicia y la Reconciliación Nacional en Venezuela.  Oremos al Principe de Paz  para  exigir justicia frente a violaciones de otros derechos y buscar los  medios pacíficos y democráticos de participación ciudadana en la Reconciliación entre todos los Venezolanos.

Abrazos fraternos y mis bendiciones en unidad a todos sus seres amados.

Su Servidor y amigo.

+ JYLMÂN RED JURADO. Ph.D
OBISPO ORDINARIO Y DE LOS DERECHOS HUMANOS PARA VENEZUELA - IALAVES CANADÁ.

DIRECTOR GENERAL DE LA DEFENSORÍA INTERNATIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS Y GARANTÍAS CONSTITUCIONALES  (CAPITULO VENEZUELA).

DIRECTOR GENERAL DE LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL POR LA PAZ EN VENEZUELA.

Paz en Venezuela

Buenas noches apreciados amigos y hermanos en Cristo Jesús.

Que la Paz de Cristo Jesús que sobrepasa todo entendimiento esté con Ustedes y todos sus seres amados.

Hoy hablar de  Paz en Venezuela,  implica  fortalecer la democracia para que sea creible los valores y principios de los derechos humanos.

Desde la Defensoría Internacional de los Derechos Humanos y la Organización Mundial por la Paz en Venezuela hemos activado una Cultura de Paz y Reconciliación Nacional  en defensa de la democracia, acompañando a todos los ciudadanos en el ejercicio de la libertad de manifestación pacífica y asociación, como derechos en sí mismos y medios legítimos para participar pacíficamente en la restitución del orden constitucional democrático, el cual fue quebrantado por la imposición de un estado de excepción desde enero del año 2016, la suspensión indefinida de elecciones, la anulación de las competencias del parlamento, el recrudecimiento del hostigamiento y la persecución contra toda disidencia, y la negativa a permitir asistencia humanitaria internacional ante las extremas condiciones generales de pobreza, hambre y desatención a la salud que enfrenta la mayoría de la población venezolana. Al tomar este camino, el gobierno decidió dar un golpe definitivo a la democracia y una Oposición que desconocio los Signos de los tiempo e invisibilizó los intereses de un Pueblo despolarizado que  busca una salida sensata y prudente frente a la grave crisis Humanitaria y de Valores. La despolarización es el único camino para construir la Paz y fortalecer un sistema Democrático creíble y confiable.

La democracia garantiza no ser subyugados por el uso ilegítimo de los poderes del Estado ni ser sometidos a la violencia que acompaña su perpetuación.

La democracia está protegida internacionalmente como base del estado de derecho y de la organización del Estado. Son sus normas esenciales el ejercicio democrático del poder político, el respeto a las libertades cívicas y el pleno vigor de una institucionalidad democrática. Aun surgidos de elecciones, los gobiernos pueden quebrantar estas normas cuando se usan los poderes del Estado para imponer sus ideas como la única verdad y torcerla en función de los intereses que se esconden detrás de estas ideas, cuando se convierte a las personas en instrumentos de los intereses de quienes usufructúan el Estado, sometiendo a su autorización el ejercicio de libertades, y cuando las diferencias o los conflictos son tomados como amenazas a la voluntad estatal, que deben ser censurados, neutralizados o escarmentados para que no quede duda de quién ejerce la autoridad. Cuando estas conductas se mantienen a toda costa, a cada abuso siguen controles y a cada control otros abusos, hasta desfigurar al Estado como un medio de dominación.

La democracia y los derechos humanos son interdependientes y, por consiguiente, la defensa de los derechos humanos es también la defensa de la democracia.

Los derechos humanos no son concedidos ni otorgados por la sociedad o el Estado, tampoco creados por leyes, decisiones o acuerdos. Basta su afirmación y ejercicio para hacerlos valer ante Estados y sociedades, debiendo ser reconocidos y cumplidos en toda circunstancia. La democracia es condición indispensable del efectivo goce de todos los derechos humanos (civiles, políticos, económicos, sociales y culturales), en tanto todos son en esencia libertades y al mismo tiempo garantías de que todos los poderes del Estado y ninguna clase de poder podrá ser empleado para cometer abusos en contra de la vida y la dignidad humana. A su vez, la democracia está inscrita en cada derecho humano, puesto que su ejercicio y exigibilidad depende de la participación plena de todas las personas en los aspectos que puedan favorecerlos o afectarlos. En los sistemas no democráticos están dadas las condiciones para que peligre la vigencia de los derechos humanos y se cometan sus más graves y atroces violaciones.

La defensa de los derechos humanos y de la democracia es un derecho y deber de todas las personas. La manifestación pacífica es un medio de participación legítimo cuando se pierde la democracia.

El respeto y la protección de la democracia y los derechos humanos incumben tanto a cada persona como al conjunto de la sociedad. Los Estados son los máximos garantes de la democracia pero cuando ésta se pierde corresponde a los ciudadanos su defensa y restablecimiento en el plano local, nacional e internacional, así como es deber de la comunidad internacional utilizar todos los medios pacíficos posibles para apoyar a los ciudadanos a medida que aumenten los riesgos para ellos. En estas circunstancias, la manifestación pacífica no solamente es una libertad legítima que puede ejercer toda persona para expresar descontento o exigir justicia frente a violaciones de otros derechos. Representa el medio pacífico y democrático de participación ciudadana, quizá el que queda, cuando no existe democracia.  Resalto que la protesta en este contexto debe ser entendida como parte del derecho de defender la democracia.

Les invito a que seamos constructores de Paz que implica fortalecer una cultura de Paz en busqueda de la Justicia y la Reconciliación Nacional en Venezuela.  Oremos al Principe de Paz  para  exigir justicia frente a violaciones de otros derechos y buscar los  medios pacíficos y democráticos de participación ciudadana en la Reconciliación entre todos los Venezolanos.

Abrazos fraternos y mis bendiciones en unidad a todos sus seres amados.

Su Servidor y amigo.

+ JYLMÂN RED JURADO. Ph.D
OBISPO ORDINARIO Y DE LOS DERECHOS HUMANOS PARA VENEZUELA - IALAVES CANADÁ.

DIRECTOR GENERAL DE LA DEFENSORÍA INTERNATIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS Y GARANTÍAS CONSTITUCIONALES  (CAPITULO VENEZUELA).

DIRECTOR GENERAL DE LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL POR LA PAZ EN VENEZUELA.